Aunque como ya saben, mi foco es
siempre hablar sobre temas tecnológicos, después de una semana de meditación y
de observar algunas situaciones en distintas empresas y escuchar testimonios de
algunos conocidos, personas cercanas que con honestidad me comentan sus
pensamientos y sensaciones, creo que no existe en las empresas un área más
obsoleta que la de recursos humanos. Y es que tengo la necesidad de preguntarme
y de preguntarte a ti que estás leyendo esta entrada. ¿Cuántas actualizaciones
hacen estas personas para prepararse para nuevas generaciones, para el home
office, horarios flexibles, administración orientada al resultado entre otros?
Porque yo veo áreas que siguen imponiendo esquemas de la edad de piedra que
nada tienen que ver con las necesidades de las generaciones altamente laborales
en estos días, lo que al final para estos nuevos empleados que se caracterizan
porque la estabilidad y continuidad laborar es lo que menos interesa, se
convierten automáticamente en una de las razones principales de la rotación laboral,
justo lo que se supone que los especialistas de recursos humanos deben evitar.
Como jefe en distintas empresas
he tenido que abordar todo tipo de momentos en donde me he sentido rebelde,
fuera de las normas y en algunas ocasiones tratada como una niña de preescolar
que debe acatar sus horarios para estar sentada y de pie. Y a veces debo
preguntarme si eso he sentido yo desde lo que podríamos llamar la cúspide jerárquica
corporativa, como se podrán sentir las personas que están empezando sus
carreras, y que sufren mucha más rigidez de estas áreas de “apoyo” al talento
humano. Y lo digo porque aun conozco empresas que exigen que sus empleados tengan
horarios rígidos y descuentan pago por minutos perdidos, premiando la hora
nalga en el escritorio de los empleados por encima del resultado obtenido, este
tipo de esquemas no premian la productividad sino la capacidad de ocupar las
horas laborales del día sentado en la oficina para recibir la paga. Sera que
estas áreas no han considerado que un empleado que cumpla sus objetivos y hasta
los supere puede lograrlo sin pasar las ocho horas del día sentado en su
puesto, y mejor, puede motivarse a sí mismo para ser más productivo y tener algún
tiempo para encargarse de asuntos personales, de su familia, o simplemente
gozar de la vida después del trabajo.
Y ni hablar de los procesos de selección,
pruebas obsoletas de racionalidad y matemática, todas aplicadas a las personas
como si todos fueran y pensaran igual, es más como que esas aptitudes fueran
las únicas que habilitan a alguien para hacer bien su trabajo. En mi profesión,
ingeniería en sistemas, valoro mucho más un perfil que tenga altas habilidades
creativas, de pensamiento lateral, de innovación, que no le miedo proponer
nuevas ideas y llevarlas a cabo, que pueda integrarse y trabajar en equipo, por
encima de un programador excelente que no logre adaptarse a un entorno de
trabajo colaborativo, pero ¿y que prueba de recursos humanos mide eso? Luego
vienen las entrevistas en donde se preguntan cosas que la hoja de vida ya dice,
¿cuál es el objetivo? ¿Identificar si el candidato no está mintiendo? ¿Y por último
las reglas al momento de entrar a trabajar en la oficina, nada puede ponerme más
los pelos de punta que el momento de “inducción” en donde se entrega al
empleado un sin número de reglas, vestuario, horarios, y hasta temas de valores
básicos que vienen desde el hogar, preferiría unos empleados que llegaran a
aportar cultura a unos que llegaran como borregos a seguirla, porque y
entonces, ¿cómo nos modernizamos?
Pero como el objetivo de esta entrada no es criticar un
proceso generalizado a nivel Latinoamérica y que definitivamente no comparto,
prefiero compartir dos experiencias, una como jefe y otra como candidata a una posición.
Y empezare por la segunda, mi proceso de selección en Riot Games.
Definitivamente debo iniciar diciendo que ha sido el proceso de selección más largo
que he vivido, fueron más de 6 meses, pero valieron la pena, fue divertido,
diferente, enfocado en conocerme como persona, en entender si la cultura de la compañía
me haría sentir cómoda y sobre todo si era capaz de aportarles algo a ese
nivel, más allá de los componentes técnicos o experiencia. Siendo una compañía de
juegos, muchas de las entrevistas y conversaciones giraban alrededor de mi
gusto por jugar, pero se sentían más como una conversación entre dos personas
con interés comunes que acaban de conocerse por encima de una entrevista de
trabajo. Las pruebas de análisis eran interesantes, no validaban el dominio de
la formula, sino la capacidad de análisis, la forma como el candidato, en este
caso yo, afrontaría el problema. Los procesos buscaban enamorarte de la
empresa, y tenías una contra parte totalmente enamorada de Riot, creo que
definitivamente es un proceso que, si no puede elegir a todos los candidatos,
construye en todos una sensación de orgullo de saber que existen empresas de
ese estilo. Aunque finalmente tome otra decisión profesional y no hice parte de
este equipo debo confesar que ese proceso me regreso la fe en la humanidad
corporativa, y en que grandes empresas pueden hacerlo diferente.
Mi segundo ejemplo es referente a mis experiencias como jefe,
en el pasado trabajando para una gran empresa tenía un equipo a cargo muy
grande, dedicado al desarrollo de software. Durante los años de trabajo con el
equipo buscamos mucho el flexibilizar las condiciones, entre otras razones por
las mismas funciones del equipo que son distantes de los clientes finales y la “imagen”
que debe proyectarse frente a ellos. Transformamos los horarios rígidos, en
entregables auto impuestos por los equipos, una administración orientada a
resultados, una sana competitividad y un enfoque a la productividad, respetando
la individualidad y los espacios que necesitan las personas para simplemente
vivir. Las entrevistas de entrada se enfocaban en conocer a la persona y validar
su capacidad de adaptarse y aportar a la cultura, se hablaba de futbol, de las
situaciones de la vida y en muchos casos el entrevistador hablaba más que el
entrevistado. Era común en este equipo a veces encontrarlos trabajando un
domingo, o leer un post en alguna red social en donde se veían felices
trabajando en vacaciones, porque lo querían hacer y sentían responsabilidad de sus
compromisos, sin ninguna tarjeta marcada, ni ninguna exigencia del jefe, simple
compromiso y responsabilidad.
Con un alto nivel de humildad debo decir que estos temas de administración
de recurso humano no son mi especialidad, soy ingeniera y hacer tecnología es
mi fuerte. Pero en los años aprendí que todos los que deseamos ser líderes
debemos especializarnos en la administración de las personas, recordando
siempre que nosotros somos personas también, recordando de dónde venimos y como
se sintió cada paso en nuestra carrera, debemos ser dueños de la administración
del recurso humano y ser capaces de adaptarnos a las nuevas tendencias, debemos
ser los UNICOS responsables de la satisfacción de nuestro equipo, de su
comodidad y productividad, si me preguntan personalmente, creo que las áreas de
recursos humanos de hoy en día ya no deberían de existir.
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